Hablamos con tres docentes de Salou, l’Hospitalet de Llobregat y Mataró que han implementado PENTABILITIES en sus centros. A través de este programa, el alumnado se observa y se autoevalúa, y es observado y evaluado, en relación con 35 comportamientos vinculados con las habilidades socioemocionales. Cada uno de los docentes lo ha aplicado de acuerdo con sus posibilidades y sus contextos, pero todos hacen una valoración muy positiva del programa y desean repetir y ampliar la experiencia de cara a los próximos cursos.

Víctor Saura

Hace buenas reflexiones sobre los contenidos trabajados, hace buenas preguntas cuando se encalla, controla las emociones en situaciones de conflicto, acepta los cambios, realiza las tareas con detalle, respeta las normas, escucha a los demás e incorpora lo que dicen, aporta ideas, toma decisiones para avanzar en el proyecto… Todo esto son comportamientos del aula que académicamente son indispensables, ya que ayudan, y mucho, a la autoregulación y contribuyen al éxito educativo. Y aún así, no se acostumbran a trabajar ni individual ni colectivamente, porque se supone —erróneamente— que ya vienen de fábrica con el niño. Hacerlo —y especialmente hacerlo con una visión global, estructurada y sistémica— es el objetivo de PENTABILITIES, un programa piloto que ha puesto en marcha la Fundació Bofill en ochenta centros de secundaria catalanes y españoles.

En esencia, el programa describe cinco habilidades (de aquí nace el curioso nombre formado por el prefijo griego y el substantivo inglés) socioemocionales. Son estas: habilidades de pensamiento, gestión emocional, responsabilidad, cooperación y autonomía, e iniciativa. Cada una de estas pentabilidades está subdividida en una serie de comportamientos, hasta llegar a la cifra de 35, que son los que el programa quiere observar y evaluar de acuerdo con unos indicadores concretos que se encuentran en una aplicación. Los docentes que han aplicado PENTABILITIES en el aula escogen algunos de estos comportamientos y los comparten con los alumnos, quienes saben que a lo largo de un ciclo serán observados y evaluados específicamente sobre estas conductas.

Pero no solo eso. El alumnado también se autoevalúa y coevalúa a sus compañeros y compañeras a través de la observación y de la misma app de la que dispone el profesorado, con la excepción de que solo la pueden usar, a través de sus móviles o ordenadores, cuando los docentes la activen, normalmente durante los cinco minutos finales de una clase. Y así se va completando el círculo, un período de tiempo flexible acordado por cada equipo en función de sus contextos y circunstancias y que se cierra cuando cada uno de los alumnos ha sido evaluado seis veces (dos por los docentes, dos por sus compañeros y dos por ellos mismos) en cada uno de los comportamientos escogidos. Es en este momento cuando se hace un retorno de esta evaluación al alumnado, que puede ser grupal o en algún caso individual. A partir de aquí, arranca un nuevo círculo.

El programa se adapta

Oriol García, psicopedagogo del Instituto Marta Mata de Salou, explica que «en nuestro centro elegimos hacer ciclos mensuales y en cada ciclo hemos trabajado tres comportamientos diferentes. La elección de los comportamientos a observar la he hecho pensando en que sirviera para dar un refuerzo positivo al grupo: he escogido comportamientos con los que he creído que los diferentes alumnos verían que tienen cosas positivas y que no todo es negativo», comenta.

En el Instituto de Bellvitge se planificaron dos ciclos durante todo el curso. «Pensamos que era mejor hacer uno bien hecho que cuatro mal hechos», asegura Bertrán Romero, uno de los dos docentes aplicadores de este centro. Este profesor de castellano explica que, a causa de la complejidad de su centro, «costó bastante crear un lenguaje común entre profesorado y alumnado y quisimos que este apartado quedara bien claro. Teníamos que estar seguros de que todo el mundo entendiera bien qué estábamos observando y que las evaluaciones no se hacían a partir de sensaciones, sino de lo que veíamos en clase en cada momento concreto.»

El modelo PENTABILITIES permite adaptar su aplicación a las necesidades de cada centro. En el Instituto Marta Mata, por ejemplo, se ha trabajado con alumnado de 1º de ESO y durante las clases de Técnicas de estudio y Castellano. En cambio, en el Instituto de Bellvitge se ha hecho en 2º de ESO y en las horas de Tutoría y de Castellano.

La importancia de la mentoría y el seguimiento

Cada docente ha estado acompañado por un mentor, el especialista contratado por la Fundació Bofill que se ha encargado de formar a los docentes y que una vez al mes ha entrado en el aula para ver cómo se estaba desarrollando el programa. «Toda práctica educativa tendría que comportar un tiempo digno de preparación y también un tiempo digno de revisión», apunta Bertrán Romero, para quien las mentorías han supuesto un espacio muy importante de crecimiento. «Una vez al mes he tenido una conversación guiada de una hora en la que hemos podido reflexionar sobre la práctica docente.» Además, añade, lo que más lo ha convencido del programa es que «dispone de un centro de recursos descomunal, con muchas actividades realistas, y por eso, ante cada problema, nuestra mentora nos ha podido proponer soluciones de verdad.»

Por su parte, Oliver Carrillo, profesor de Física y Química del Instituto Thos i Codina, de Mataró, recuerda que «en nuestro centro empezamos un poco asustados, porque no sabíamos dónde nos metíamos y parecía bastante complicado, y en este sentido el papel de la mentora ha sido muy importante para que perdiésemos el miedo y pudiéramos seguir adelante». En su caso, PENTABILITIES se ha llevado a la práctica con alumnos de 3º de ESO, aprovechando las horas de su materia, de Proyectos y de Catalán.

Además del acompañamiento en el aula que ha hecho el equipo mentor, el programa ha tenido otro tipo de seguimiento: un equipo de investigadores del Institut d’Economia Política i Governament (IPEG) están procesando todos los datos de los cuarenta centros educativos recogidos por la aplicación para estudiar el impacto del trabajo socioemocional que propone PENTABILITIES en el aula.

La virtud de tomar consciencia a partir de la observación colectiva

La observación y evaluación son los pilares del programa, ya que son la base para poder sacar conclusiones de los mismos comportamientos y profundizar en el autoconocimiento. Es tarea del docente planificar el espacio ideal para que estos comportamientos aparezcan y, así, tanto alumnos como profesorado los puedan observar. Los tres docentes entrevistados coinciden a la hora de decir que el mejor espacio para poder observar las habilidades socioemocionales son las horas de trabajo autónomo en actividades de aprendizaje individuales o colectivas. Oliver Carrillo, del Thos i Codina, apunta que es básico planificar qué comportamientos quieres observar y generar el espacio para que afloren. «Aún así, a veces quieres observar unos comportamientos concretos y resulta que en ese momento no aparecen. Depende mucho de la actividad y de cómo estén los chavales ese día. Por ejemplo, cuando hago clase teórica evalúo el respeto por las normas, porque otra cosa no puedo hacer.»

«A principio de curso, algunos alumnos estaban un poco moscas porque se pensaban que queríamos hacer una especie de estudio psicológico», asegura Oliver Carrillo. «Después han visto que ha sido una experiencia interesante para ver cómo trabajan o cómo interaccionan con los demás, porque muchos no eran conscientes de ello.» Así lo confirman los datos sobre el programa recogidos por la Fundació Bofill: el 80% de los alumnos participantes expresa que PENTABILITIES les ha ayudado a descubrir qué hacen bien y qué pueden mejorar, así como a darse cuenta de cómo sus comportamientos afectan a su aprendizaje y su vida fuera del aula.

Oriol García señala lo que para él ha sido uno de los mayores logros del programa: «Los alumnos y las alumnas han tomado consciencia de sus habilidades socioemocionales, así como de la diferencia de perspectivas —la suya, la de sus compañeros y la del docente. Con este ejercicio de metacognición emocional han podido llegar a ver si se están sobrevalorando o infravalorando.» Este psicopedagogo defiende que cualquier tarea educativa tiene que tener una «visión emocional» y, en este sentido, subraya que la estructura de PENTABILITIES «permite al docente acotar las habilidades que quiere trabajar y aumentar su agudeza.»

Bertrán Romero, del Instituto de Bellvitge, coincide con Oriol García: «Tener los comportamientos tan bien ordenados y definidos ha facilitado a los chicos y chicas poder observarse, entenderse y ver que el concepto que uno tiene de sí mismo no siempre es compartido por los demás.»

El retorno que se hace a los alumnos es esencial para esta toma de conciencia y, por lo tanto, es un momento clave en todo el proceso de PENTABILITIES. El programa propone dinámicas y actividades para fomentar la reflexión colectiva de los resultados. Esta parte de la implementación es la que ocupa más tiempo curricular y cada centro la ha adaptado a su manera. «Yo me he reservado una hora de cada grupo para hacer el feedback grupal y mi compañera se ha reservado una hora para el feedback individual», explica Oliver Carrillo. «Nosotros hemos hecho dinámicas grupales y un feedback individual con algún alumnado concreto, mi compañera cuatro y yo, cuatro más», comenta Bertrán Romero, según el cual «es inevitable comerse horas de asignatura, pero es que tampoco puedes hacer una buena clase de castellano si la situación en el aula no es la adecuada».

Repetir y ampliar

Los tres docentes consultados hacen un balance muy positivo de la experiencia y afirman que sus centros tienen la intención de repetirla más cursos. Por eso, algunos docentes implementadores están recibiendo formaciones específicas para poder ejercer como mentores en sus claustros. Bertrán Romero lo resume así: «Hemos picado mucha piedra y nos gustaría aprovechar todo el trabajo hecho. Eso sí, hace falta tiempo», comenta, «tiempo para hacer la observación, para hacer el retorno a los alumnos, para coordinarnos con los otros implementadores, con los mentores… Los que nos hemos apuntado a esto hemos tenido una sobrecarga de horas y ninguna reducción, lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo por amor al arte, pero es evidente que las cosas que se hacen por amor al arte a la larga no son sostenibles.»

Oliver Carrillo, del Thos i Codina, añade que «también hace falta tiempo para adaptar la planificación didáctica. Cada uno de nosotros teníamos la planificación de la materia hecha a nuestro modo y la hemos modificado para poder aplicar PENTABILITIES con garantías.»

A pesar de las dificultades y la falta de tiempo, en el Instituto Thos i Codina de Mataró incluso se plantean convertir PENTABILITIES en una herramienta de todo el centro «para evaluar la competencia social, ya que en estos momentos cada profesor lo hace a su manera y muchas veces sin basarse en ninguna pauta.»

Oriol García, del Instituto Marta Mata de Salou, concluye que «muchas veces la educación emocional se limita a un taller, una charla o, con suerte, a una serie de actividades que se hacen durante la hora de tutoría», cosa que, dice, «está bien, pero la educación socioemocional no se puede quedar ahí y, precisamente, PENTABILITIES lo que propone es poner una cucharada socioemocional en el día a día y hacerlo de forma transversal.» Por este motivo, concluye, «cuantos más docentes apliquen PENTABILITIES, más ricos serán los resultados, porque habrá muchas más evidencias y el trabajo socioemocional de alumnos y profesorado mejorará de forma exponencial.»